SIGLOS XVI, XVII: ISABELINO INGLÉS Y ORO ESPAÑOL
El espacio escénico habitual del teatro inglés isabelino eran los corrales
de los mesones. En ellos se colocaban unos
tablados contra una de las paredes, mientras los espectadores privilegiados ocupaban
las galerías y los demás permanecían de pie, abajo. Otros espacios eran las
salas de los palacios y los ayuntamientos, y las plazas de los mercados
En 1629 había ya diecisiete
teatros en Londres, de los cuales el más emblemático era el Globe Theatre donde
realizaba sus montajes Shakespeare.
Su forma redonda o poligonal,
recordaba exteriormente la de los circos; y en ellos también tenían lugar
actuaciones más propias del espectáculo circense: malabaristas, funámbulos y
combates de fieras.
El patio estaba rodeado por
tres pisos de galerías de madera, cubiertas de paja o de tejas, sostenidas por
columnas de madera torneada, pintadas de vivos colores.
El tablado o escenario se eleva entre el metro y medio y los dos metros;
solo se apoya en la pared por la parte posterior quedando exentos los
laterales permitiendo que los espectadores lo rodeen
por tres lados.
Al fondo se abren puertas, y
encima de ellas hay un balcón; en él se representan ciertas escenas, se alojan
los músicos y, excepcionalmente, se instalan los espectadores distinguidos; un
tejado sostenido por dos columnas laterales cubre el escenario; encima de él se
eleva un templete en que ondea la bandera con el emblema del teatro -la Rosa,
el Globo, el Cisne o la Esperanza-; desde allí suenan las trompetas que anuncian
el comienzo del espectáculo.
Una tapicería tendida entre
las columnas del tejadillo divide el estrado. Se dispone así de cuatro
escenarios: el proscenio, delante de la tapicería móvil; detrás de ella está la
escena propiamente dicha; luego las piezas del fondo, cuyas dos puertas se
abren para dar vista a los interiores.
En el siglo de oro español la escenografía y los espacios escénicos van
por detrás de la importancia de sus comedias y, desde luego, muy por detrás de
los alardes arquitectónicos de los italianos.
El teatro se instalaba en el
corral de algún mesón, en el que la estrechez del foro restringía las
aplicaciones escenográficas de ambiente apelando en gran medida a la imaginación de los
espectadores.
Con el tiempo las compañías crecieron y
fueron incorporando algún tipo de decorado incluso alguna maquinaria pero sin
grandes alardes.
Poco a poco fueron adaptando los locales (siguiendo la primitiva disposición del corral) para mejorar las
representaciones y haciéndolos más confortables.
Un voladizo protegía la escena
y las gradas, dispuestas en anfiteatro; el espacio central -el patio-, donde se
amontonaba la plebe, quedaba a cielo abierto.
Las ventanas enrejadas de los
edificios contiguos servían de palcos para personajes ilustres o de dinero.
Si embargo, por el momento, no se abandonaron las
representaciones espectaculares, en plazas públicas, de los Autos Sacramentales
Los teatros cerrados, concebidos específicamente como
edificio teatral no se conocieron hasta los tiempos de Felipe IV que hizo
construir teatros a la moda italiana de entonces en su palacio del Buen Retiro
y en el Alcázar de Madrid.
La espectacularidad en la
escenografía vino de la mano del arquitecto italiano Cosme Lotti quien diseñó,
para el nuevo Palacio del Buen Retiro, el llamado Coliseo, el primer espacio
teatral permanente acomodado para los grandes montajes en perspectiva del teatro
de Calderón y sus discípulos, estrenado el 4 de febrero de 1640.
Importó los trucos sensacionales italianos: volcanes y
temblores de tierra, tempestades y naufragios necesarios para
representar las obras de carácter mitológico y fantástico ideadas por Calderón
de la Barca (autos sacramentales).
Por ejemplo las apariciones
de figuras sobre la escena se realizaban por medio de cables tendidos de lado a
lado y poleas deslizantes, o unas elementales grúas.
ESTAS SON MIS
FUENTES:
TRATADO DE
ESCENOGRAFÍA – Francisco Nieva
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