TEATRO POR DENTRO: EL SIGLO DE ORO ESPAÑOL I

INTRODUCCIÓN

El Siglo de Oro en realidad no fue un siglo pero sí que fue de oro en lo que a la actividad artística y sobre todo literaria se refiere. Parece que hay general acuerdo en situar su principio entre 1492, año de la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija, y 1681, año de la muerte de Calderón de la Barca. No se trata de una época cultural con características uniformes ya que abarca el Renacimiento y el Barroco pero si coincide en que es uno de los periodos culturales más brillantes de la historia de España.

En el contexto social en el que se ha de desarrollar el teatro también presenta evidentes contrastes: el siglo XVI (Renacimiento época de profundas transformaciones políticas y sociales), el XVII (Barroco época de convulsiones visión pesimista). De todos modos, en lo que al arte dramático se refiere, la época más trascendente es la barroca a partir del momento en que, con Lope de Vega y su “Arte nuevo de hacer comedias”, comienza el “Teatro Nuevo”.

Por su temática el teatro barroco podría dividirse en tres grandes grupos:

El Teatro Cortesano, se representaba en los salones y jardines de los palacios siendo su gran preocupación la espectacularidad de la representación. Para ello incorporaban las últimas técnicas escenográficas importadas de Italia. Se incorporaban las más audaces invenciones en maquinaria para imitar vuelos, olas, truenos, apariciones..., se utilizaban lujosos decorados, iluminación artificial, música. Como es natural estas representaciones no tenían carácter popular y sus creaciones no tenían gran difusión.

El Teatro Religioso, obras con personajes alegóricos como el vicio, la mentira, el pecado..., el tema más frecuente era el de la Eucaristía que dio origen a los Autos Sacramentales. Éstos se representaban, sobre todo, aprovechando las celebraciones del Corpus y solía utilizarse una carreta al aire libre aunque después pasaron a representarse en los teatros.

El Teatro Popular, en el que nos detendremos más ya que fue el que mayor acogida tuvo entre los espectadores y no solamente entre las clases populares, también los caballeros tenían sitios reservados en los Corrales de Comedias.