PÚBLICO
El
público romano siempre fue más aficionado a los espectáculos de corte circense
que a las representaciones teatrales. Compárese la capacidad de los mayores
teatros con el de los coliseos y circos; por ejemplo las 255.000 plazas del
Circo Máximo. Quizá por ello sea bullicioso e incluso grosero, a menudo el
actor que presenta el prólogo ha de solicitar silencio y rogar que permanezcan
sentados (no escandalizarse, hoy día en nuestros teatros hay una voz que,
cuando va a comenzar la función, dice: “rogamos ocupen sus asientos y
desconecten las alarmas electrónicas”).
Todo
el mundo tenía autorización para asistir a los espectáculos teatrales, igual
hombres que mujeres, libres o esclavos, si bien tenían espacios diferentes:
- En los palcos laterales se sentaba el organizador, la autoridad local
- En la Orquestra se sentaban las autoridades
- En la Inma Cavea (la zona más cercana al escenario) se sentaban las clases altas, en contadas ocasiones acompañadas de sus mujeres
- En la Media Cavea se situaba el público general, en la mayoría de los casos solo hombres
- La Suma Cavea (la parte más alta) alojaba a los esclavos, las mujeres y los niños
El Teatro Romano de Mérida, equipado en la actualidad para una representación, obsérvese, por el colorido de los asientos, que se continúan haciendo distinciones entre categorías de espectadores.
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