sábado, 30 de noviembre de 2013

HISTORIA VI

TEATRO MEDIEVAL

La época medieval representa el período cultural más extenso de Occidente, ocupa desde el siglo V hasta el XV. Es la época en la que nace Europa y aparece una nueva cultura, influida por el cristianismo,  con rasgos claramente diferenciados de la cultura greco-romana clásica.

En el siglo IV, cuando el cristianismo-con Constantino-  empieza a ejercer una cierta influencia en la vida y costumbres de la sociedad, es normal que quien ejerce el poder en ese momento abomine del teatro, como espectáculo pagano que es, y trate de acallar la propagación de la ideología que se trasmite en las comedias griegas.

La cultura medieval, como todo en esa época, era de mentalidad marcadamente teocéntrica. El hombre medieval considera a Dios como centro y toda actividad gira a su alrededor, mientras que la importancia del ser humano queda relegada a la mínima expresión. Exactamente lo contrario que en Grecia, en el momento en que el teatro alcanza su máximo esplendor.

Sin embargo, después asistiremos a un proceso similar al de Grecia -del dios al héroe y de éste al ser humano-. El pueblo se reúne periódicamente en torno a sus oficiantes para participar en los oficios religiosos que desembocan en un ritual con su propio simbolismo (como en los rituales antiguos griegos): gestos, palabras, música, oraciones ......, cada uno de los cuales adquiere un sentido en sí mismos. Y, como en las anteriores civilizaciones, los ritos, las historias que se transmiten con ellos tienen como referencia al héroe origen de su fe.

El héroe en cuestión, en este momento, será Cristo. En principio el ritual lo llevan los oficiantes (¿el coro?). Los primero dramas litúrgicos son muy breves, limitados casi exclusivamente a un diálogo entre los oficiantes; se representaban como introducción al oficio divino en fiestas de marcada importancia dentro del calendario litúrgico: Navidad, Semana Santa, Pentecostés....

El acto más importante de la liturgia cristiana: la misa, es un "drama", en ella se vive la recreación de la muerte y resurrección de Cristo. Igual que con las pinturas murales y los capiteles de las iglesias románicas, se dan cuenta que el teatro puede ser un medio para adoctrinar a los fieles con los misterios de la religión.

Por ejemplo: "REGULARIS CONCORDIA" es una obra escrita entre 959 y 979 por el obispo inglés Ethelwold Winchester en la que se dan instrucciones sobre la representación del día de Pascua:
"En el santo día de Pascua, antes de maitines, los sacristanes quitarán la cruz para colocarla en un lugar apropiado.
Durante la salmodia de la tercera lección, cuatro monjes se ponen las ropas sagradas. Uno, vestido de alba, entra, como ocupado en otra cosa, se acerca discretamente al Sepulcro, y allí, portando una palma en la mano, se sienta silencioso.
Al tercer responso llegarán los otros tres, envueltos en dalmáticas y llevando el incensario;
Se acercan al sepulcro al modo de los que buscan algo, pues todo esto se hace para representar al Ángel sentado en la tumba y a las Mujeres que van a ungir el cuerpo de Jesús.
Así pues, cuando el que está sentado vea acercarse a los que parecen extraviados y buscan, entona en voz sorda y dulce el Quem quaeritis? (¿a quién buscais')
Los otros tres responden al unísono: A Jesús de Nazaret
Él les replica: No está aquí; resucitó como lo había predicho. Id y anunciad que ha resucitado de entre los muertos.
Obedeciendo, entonces, a esta orden, vuélvanse los tres monjes hacia el coro, diciendo: ¡Aleluya, el señor ha resucitado!"
 Entre estas piezas dramático-religiosas podemos encontrar diferentes modelos:

  • MILAGROS DE LA VIRGEN: estos relatos escenificados tenían ya poco de religiosos en muchas ocasiones. Lo religioso solía aparecer al final en forma de prodigio destinado a probar la intercesión de María o de los santos patronos de las iglesias o las poblaciones. De ahí la denominación de Milagros. La colección de relatos "Los Milagros de Nuestra Señora", de Gonzalo de Berceo, aunque no es teatro está en la línea de estas piezas dramáticas.



  • LOS MISTERIOS: Si en el Milagro lo religioso solo aparecía a veces en su desenlace, el Misterio pretende ser religioso de principio a fin, aunque en ocasiones lo espectacular y pintoresco desvían la atención del tema sagrado. Una muestra es el "Misteri d'Elche" que se representa en la actualidad los días 14 y 15 de Agosto. Aunque no es propiamente medieval -data del siglo XV- sí responde al esquema del MISTERIO, narra la muerte y ascensión de la Virgen.


Con el tiempo el número de participantes en estos eventos aumenta y se empieza a admitir a laicos entre los actores. A partir del siglo X, la ruptura entro lo escénico y lo litúrgico va estableciéndose. Se van introduciendo elementos no religiosos, elementos cómicos.

Es entonces cuando, por razones obvias, las representación salen del recinto sagrado de las iglesias y toman como espacio escénico las portadas de los templos y catedrales, pasando a continuación a las calles y plazas de la ciudad.

Los escenarios eran ambulantes: carros o tablado de carrozas que se instalaban en las calles, plazas y mercados.

Se realizaban verdaderos alardes en la decoración de las carrozas para relatar los misterios sagrados. La imaginación a la hora de desarrollas la escenografía ya no estaba sujeta a las limitaciones de espacio o de moral del interior de los templos.

Pasaron a verse representaciones que contaban con escenarios simultáneos llamados MANSIONES. Se trataba de espacios decorados independientemente y alineados unos al lado de otros representando cada uno un lugar sagrado o un palacio o un jardín; era el espectador el que se movía de uno a otro decorado  según el desarrollo del relato. En ese momento las representaciones se caracterizaban por no tener un espacio escénico fijo.

Además de en las calles, las representaciones también podían tener lugar en residencias, posadas, tabernas, patios de palacios... que poco tenían que ver, en principio, con espacios adecuados a lo teatral. Este contacto con lo urbano y con el pueblo va alejando de las representaciones a los santos y vírgenes cediéndole el protagonismo a los tipos normales de la sociedad del momento.

Existe también otra figura relacionada con las narraciones públicas no relacionada con el ámbito religioso: El Juglar. Este personaje recitaba adornando la recitación con una cierta dramatización de los textos, poesía propia o de otros autores. El juglar era un hombre espectáculo, polifacético: tocaba varios instrumentos, recitaba, componía, hacía acrobacias ....
En la declamación dramatizada depuraron al máximo su técnica, gesticulando o cambiando las voces para caracterizar a varios personajes en cada narración.

De la conjunción de estas dos actividades -representaciones piadosas y recitados dramatizados de los juglares- renació el teatro en la Edad Media.


(continuará)
MIS FUENTES:



HISTORIA BASICA DEL ARTE ESCENICO
CESAR OLIVA , CATEDRA, 2005



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