miércoles, 30 de diciembre de 2020

EL TEATRO EN ROMA III

 

ESPACIO ESCÉNICO

En un principio, el teatro no tendrá un lugar o edificio dedicado expresamente a él. Los juegos escénicos se representarán sobre un tablado, ante una escena consistente en una especie de barraca de madera.


Pero, para los romanos, el teatro pronto se convirtió en un lugar de reunión conveniente para la relación social y la política por lo que, buscando la comodidad del espectador pronto se le dotó de una estructura estable de graderío.

Muy pronto las primitivas estructuras de madera fueron remplazadas por edificios de piedra, grandes e imponentes, erigidos como monumentos a la República.

El primer teatro, en piedra, del que tenemos noticia, es el famoso teatro de Pompeyo, uno de los primeros edificios permanentes de la ciudad de Roma, y el primer edificio de la ciudad construido en mármol.

Este teatro se completaba con un templo dedicado a Venus Victrix , deidad personal de Pompeyo.
En este mismo complejo se hallaba incluida la llamada Curia Pompeii, en la que accidentalmente se estaba reuniendo el Senado Romano en marzo del año 44 a.C., y donde por ello fue asesinado Julio César.


La cávea tenía 150 metros de diámetro, la escena 90 metros y una capacidad para veintisiete mil espectadores.
La construcción de este teatro sirvió como prototipo de lo que serían las características generales del modelo de teatro romano. Aún cuando guarda muchas similitudes sobre el modelo griego, se pueden observar diferencias.


Mientras el teatro griego se construyó aprovechando laderas para la colocación del graderío, en el teatro romano la construcción está exenta de estos apoyos; su construcción está basada en una estructura de corredores abovedados que, además de servir para el paso de los espectadores, sustentan los graderíos.

El frente escénico también tiene mayor entidad que el griego lo que, además de la espectacularidad, mejora la acústica. Por otra parte la orquesta, en los griegos circular, aquí se queda en un semicírculo acercando así la escena al auditorio.

Cada vez van aumentando los añadidos que complementan la comodidad de los asistentes y su solaz. Se les dota de grandes entoldados para protegerse del sol; se construyen jardines, fuentes…; se adornan con estatuas y paseos … por lo que, aparte del uso puramente teatral, pueden considerarse como espacios de esparcimiento y de ocio (lo que hoy denominamos espacios multiusos).

La estructura tipo de estos teatros la componían, básicamente:
  • Cavea: Estructura semicircular en la que, según el rango social, se situaban los espectadores. Se dividía en:
    • ima cavea
    • media cavea
    • summa cavea

  • Vomitoria: Entradas abovedadas por las que se accedía a la cávea.

  • Orchestra: semicírculo o un poco más de un semicirculo frente a la escena en el que se sentaban las autoridades, actuaba el coro y se alzaba un altar en honor a Dionisio.

  • Aditus: Pasillos laterales de entrada a la orchestra.

  • Proscaenium: pequeño muro elevado entre la orchestra y el conjunto del escenario (scaena). Al pie del prosceniun había un canal excavado en el suelo desde el que, mediante un sistema telescópico, se elevaba un telón para ocultar la escena.

  • Scaena: es el escenario donde se desarrolla la acción. Se trata de un pasillo que simula, en la ficción dramática, una calle o plaza, tras el que se encuentra el
  • Frons scaenae; que cierra la escena y está constituido por un conjunto de columnas que conforman tres puertas frontales y dos laterales. Podía tener un altar y a veces adornado con estatuas. A menudo su parte superior está rematada por una especie de tejadillo, llamado tornavoz, que servía para recoger la voz y proyectarla al graderío.

  • Postcaenium: las dependencia, tras el frons scaena, dedicado a vestuarios,
    almacén …


 

lunes, 21 de diciembre de 2020

EL TEATRO EN ROMA II

 ACTORES

Los actores actuaban con máscaras de características muy marcadas lo que facilitaba la comprensión, por parte del público, del personaje al que estaban interpretando. A excepción del mimo, solo actuaban hombres los cuales interpretaban también los personajes femeninos.



Aparte de las atelanas, piececitas satíricas de origen etrusco, cuya representación se reservaron los jóvenes romanos, las obras dramáticas de importación griega eran representadas por extranjeros y esclavos o, en el mejor de los casos, libertos por lo que no inspiraban demasiado respeto; aunque no debiéramos de perder de vista el hecho de que los esclavos romanos podían tener una educación esmerada.

Estaba legalmente instituido que tuvieran limitada su capacidad jurídica por el hecho de ser actores. Se reunían en compañías,
Algunos hicieron fortuna y gozaron de gran fama aunque ésta, como ha seguido sucediendo a lo largo de los tiempos, estuviera de alguna manera relacionada con la trasgresión de la moralidad imperante.

El hecho de utilizar máscara facilitaba el que un actor interpretara varios personajes. Estos actores, normalmente 4 ó 5, formaban compañías teatrales conocidas como greges o catervae, junto a músicos y cantores haciendo giras por las distintas ciudades. Estas compañías tenían un funcionamiento muy similar a las compañías teatrales que recorrían Europa en el medievo y en los siglos posteriores.
Los actores recibían dinero por sus actuaciones en relación a su fama; normalmente este salario solo les alcanzaba para sobrevivir.


A este respecto es curioso el caso de los grupos que representaban “Atellanas” (farsa de personajes fijos -Maccus, Buccus, Pappus…- sin texto, en la que los actores improvisaban gestos y diálogos) que han sido comparados a los que hacían la “Commedia dell”Arte” con personajes como Polichinela, Colombina o Arlequín.

El público pedía cada vez más verosimilitud en los espectáculos; se cuenta que en una ocasión se sustituyó al actor que hacía el papel de Hércules por un condenado a muerte que fue quemado vivo en la hoguera ante la mirada de los espectadores


Poco a poco el teatro se iba quedando más en un espectáculo primando más las habilidades circenses de los intérpretes lo que llevó a la sustitución de la obra clásica de teatro por una sucesión de escenas cómicas, espectáculos de mimos, circo…, y los actores sustituidos por payasos y volatineros.

Cicerón se preguntará:
“¿Qué belleza hay, decidme, en ver desfilar seiscientos mulos en Clitemnestra, en pasear ante nuestros ojos mil copas en El caballo de Troya, y en emplear en no sé qué combate todas las armas de la infantería y de la caballería?”



 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

EL TEATRO EN ROMA I

 GÉNESIS

Es habitual escuchar la opinión de que los romanos fueron fervientes admiradores de la cultura griega y la hicieron suya: arquitectura, escultura, organización, religión … y también el teatro, convirtiéndose así en meros copistas de la cultura griega. Quizá éste sea un análisis bastante simplista de la realidad cultural romana y sería bueno tener una visión panorámica de los hechos históricos que acabaron con la hegemonía griega y dieron paso al desarrollo de la influencia del Imperio romano con todo lo que implica en lo social, económico y cultural.



Esto, evidentemente, no se produce de un día para otro. En 146 a.C. la península griega se convirtió en un protectorado romano y en 146 a.C. las islas del mar Egeo fueron añadidas a este territorio. En 88 a.C. Atenas y otras ciudades griegas se rebelaron, rebelión que fue aplastada por las tropas del general romano Sila. Las guerras civiles romanas devastaron el territorio aún más, hasta que Augusto organizó la península como la provincia de Aquea en 27 a.C.. Es decir durante más de cien años Grecia se estuvo desangrando en sus guerras con Roma hasta su total desaparición como imperio influyente, con el consiguiente declinar de sus usos, costumbres y cultura.


Teniendo en cuenta el eclecticismo del imperio romano que asimilaba los usos y costumbres de las tierras conquistadas adaptándolos a su idiosincrasia, no es de extrañar que adoptara y adaptara ideas y cultura también de esa región.
Por otra parte también no conviene olvidar a los etruscos, que ocupaban el centro de la península itálica que fue ocupada por Roma en su expansión adoptando muchas de sus costumbres.


En los frescos de las tumbas etruscas se han encontrado representaciones de escenas donde la música y la danza ocupan un lugar primordial en los juegos funerarios y en otras celebraciones.
Los romanos pudieron contemplar a actores llegados de Etruria que danzaban al son de la flauta, sin texto cantado y sin mimar la acción de una obra.


Tito Livio sostiene que: “(los romanos) se pusieron a imitarlos lanzándose, además, entre ellos, burlas en versos improvisados. Había concordancia entre sus palabras y sus gestos. Así pues, esta práctica fue adoptada y pasó progresivamente a formar parte de las costumbres.”
Al añadirse la música vocal, surgieron los histriones –que significa «bailarines» en etrusco–, que mezclaban canto y mimo. Estas representaciones de música, danza y versos burlescos constituían la “saturae” (la sátira).

Hoy día, conociendo la evolución histórica del teatro a través de los tiempos, quizá este fenómeno nos recuerde el resurgir del teatro occidental, en la Edad Media, en torno a juglares, trovadores, volatineros …
El propio Tito Livio nos da otra clave en la definitiva conformación del hecho teatral romano en la persona de Livio Andrónico, que dominaba el arte de los histriones, sustituyó, en el año 240 a. de c., estos popurrís por una obra de teatro a la manera griega. Vista la aceptación de su atrevimiento, ya no dejó de traducir al latín las obras del teatro griego. Todo ello desde el conocimiento de las dos culturas y del mundillo teatral, en el que hizo de actor, de traductor y de autor.

Resumiendo: podríamos decir que en los orígenes del teatro romano confluyen dos vías principales, la etrusca y la griega. La mezcla de lo lúdico profano con las celebraciones religiosas. Todo ello llevaría a la conformación de un Teatro Romano con identidad propia.

Algo similar a lo que ocurriría, siglos más tarde, en la Europa medieval, recordemos que los juglares y volatineros de las plazas públicas unidos a las celebraciones religiosas desembocaron en la Commedia dell’arte y ésta, con autores como Molière, retomaron los temas del teatro clásico.