miércoles, 16 de octubre de 2013

ESCENOGRAFÍA III


LA ESCENOGRAFÍA EN GRECIA

En principio, los actores disponían de medios muy limitados, tan sólo una tarima, que podía ser el propio carro de Tespis que le sirviera como tal.


Esquilo introdujo una especie de tienda, "la escena", para que el actor pudiera "entrar" y "salir"; por lo regular, esta tienda tenía tres puertas ante las que se colocaba el tablado del comediante; delante de la escena danzaba "el coro" en un espacio llamado orkestra y a su alrededor se colocaba el público en un semicírculo cuyos extremos terminaban junto a la tarima del actor; este semicírculo era el proscenion.



Para facilitar el cambio de trajes, cada vez más frecuentes, así como las entradas y salidas de los personajes, originalmente bastaba una sencilla tienda de campaña, que luego se convirtió en una barraca de tablas, la skene, contra la que se apoyaba el tablado.


Para dar cabida al gran número de actores que había en escena, se amplió el primitivo tablado, que resultaba demasiado estrecho, zona denominada logeion (hoy escenario). Rodeando la orkestra, pronto se construyeron tribunas de madera en forma de gradas. Así nació la estructura básica del teatro griego, de un modo natural derivado de las necesidades de la representación, disposición conocida con el nombre de tetaron.


Al principio, todo este tinglado era de madera y, como es natural, nada queda de ellos, pero las ruinas de los teatros de piedra, que se construyeron a partir del siglo IV siguiendo el modelo antiguo permiten su reconstrucción ideal.


En el siglo IV a de C., la primitiva "tienda-escenario" vino a convertirse en un sólido edificio de piedra. Para los efectos escenográficos se colocaban a derecha e izquierda unos prismas triangulares llamados periactes  que giraban sobre unos espigones y hacían un papel en cierto modo parecido a los bastidores. Cada cara de los periactes estaba pintada con una decoración que armonizaba con la del fondo escénico.


Así pues el teatro griego, en su forma definitiva, se servía de alguna colina en la que se tallaban los graderíos; los bancos dispuestos en semicírculo que corrían a lo largo de los taludes, eran de madera y las escalinatas regulares practicadas entre ellos, para facilitar a circulación del público, de piedra. 

Abajo, sobre la tierra aprisionada la orkestra ocupaba un círculo de unos veintidós metros de diámetro, bordeado por una balaustrada de piedra con el altar de Dionisos en el centro.


Tangente a esta circunferencia y frente a los espectadores, se elevaba un alto tabique, tras del que, en la skene, edificio de dos pisos, se hallaban los camerinos, la sala de actores y los almacenes. Sólido, a pesar de estar construido con tablas, este edificio soportaba, aparte de los decorados, una maquinaria bastante pesada. Varias puertas daban a un simple estrado estrecho y largo, el proscenio o logeion, que se alzaba a un metro del suelo, sin telón ni otro elemento que lo aislara de la vista de los espectadores.


El decorado teatral vino a precisar, desde los tiempos de Esquilo, el lugar de la acción. Se trataba de un decorado muy convencional, según puede suponerse, pero cuyos vivos colores sugerían poderosamente la suntuosidad o la pobreza, la alegría o el dolor.



Al telón de fondo se añadían los periactes, que erigían sus prismas triangulares en los dos extremos del logeion y giraban sobre sus ejes para presentar, según las necesidades de la representación, los tableros dibujados en cada una de sus caras, proporcionando también entradas laterales a los actores, además de las puertas centrales de la skene, cuando la acción del drama lo requería.



La maquinaria era un complemento obligado en el logro de las emociones, existiendo una gran variedad de aparatos:
· la equiclema, plataforma rodante cargada de personajes que, surgiendo de una puerta, revelaba las escenas que iban a desarrollarse al abrigo de los muros.
· la polea, que colgaba de la skene y que servía para levantar por los aires, en el extremo de una cuerda, a los dioses y a los héroes, que, prodigiosamente, aparecían sobre carros o grifos alados.
· el teologeion, en la parte alta, desde donde hablaban los personajes divinos.
· la distegia, que simulaba las torres o baluartes desde donde se oteaba y se combatía.
· la escalera de Caronte, que hacía surgir de los infiernos los fantasmas de los muertos.
· Más tarde, como accesorios decorativos, figuraron: altares, tumbas, estatuas de dioses y rocas; y luego añadieron muros, atalayas y faros. Se llegó hasta a contar con una maquinaria escénica para simular truenos y relámpagos, así como escotillones y fosos.


Los actores de la comedia vestían un traje ordinario, simplemente exagerado o deformado con detalles caricaturescos; los faunos de los dramas satíricos llevaban trajes cortos, los pies desnudos y pieles de animales; los trágicos trataban de recalcar el carácter sobrehumano de sus personajes.


Cuando los actores llevaban, como en la vida real, toga y manto, aparecían adornadas con un lujo inusitado, como la toga llamada poikilor, de mangas anchas, a la moda oriental, que se enriquecía con bordados suntuosos de los más vivos colores.


La máscara, complemento básico del atavío de los actores, proviene de los primitivos maquillajes con que se iluminaban el rostro los fieles en las fiestas y ritos dionisíacos. La máscara heredó una especie de dignidad litúrgica que acrecentaba su poder sugestivo; la armadura de tela endurecida con yeso encerraba toda la cabeza como un casco, exagerando, fuera de toda medida, la expresión fisonómica, aunque conservando ciertos detalles convencionales de color o de líneas relacionados con el sexo, el carácter y aun la condición social del personaje.

(continuará)

ESTAS SON MIS FUENTES:



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