martes, 11 de febrero de 2014

ESCENOGRAFÍA IX


SIGLOS XVI, XVII: ISABELINO INGLÉS Y ORO ESPAÑOL

El espacio escénico habitual del teatro inglés isabelino eran los corrales de los mesones. En ellos se colocaban unos tablados contra una de las paredes, mientras los espectadores privilegiados ocupaban las galerías y los demás permanecían de pie, abajo. Otros espacios eran las salas de los palacios y los ayuntamientos, y las plazas de los mercados

En 1629 había ya diecisiete teatros en Londres, de los cuales el más emblemático era el Globe Theatre donde realizaba sus montajes Shakespeare.

Su forma redonda o poligonal, recordaba exteriormente la de los circos; y en ellos también tenían lugar actuaciones más propias del espectáculo circense: malabaristas, funámbulos y combates de fieras.

El patio estaba rodeado por tres pisos de galerías de madera, cubiertas de paja o de tejas, sostenidas por columnas de madera torneada, pintadas de vivos colores.

El tablado o escenario se eleva entre el metro y medio y los dos metros; solo se apoya en la pared por la parte posterior quedando exentos los laterales permitiendo que los espectadores lo rodeen por tres lados.

Al fondo se abren puertas, y encima de ellas hay un balcón; en él se representan ciertas escenas, se alojan los músicos y, excepcionalmente, se instalan los espectadores distinguidos; un tejado sostenido por dos columnas laterales cubre el escenario; encima de él se eleva un templete en que ondea la bandera con el emblema del teatro -la Rosa, el Globo, el Cisne o la Esperanza-; desde allí suenan las trompetas que anuncian el comienzo del espectáculo.

Una tapicería tendida entre las columnas del tejadillo divide el estrado. Se dispone así de cuatro escenarios: el proscenio, delante de la tapicería móvil; detrás de ella está la escena propiamente dicha; luego las piezas del fondo, cuyas dos puertas se abren para dar vista a los interiores.

En el siglo de oro español la escenografía y los espacios escénicos van por detrás de la importancia de sus comedias y, desde luego, muy por detrás de los alardes arquitectónicos de los italianos.

El teatro se instalaba en el corral de algún mesón, en el que la estrechez del foro restringía las aplicaciones escenográficas de ambiente apelando en gran medida a la imaginación de los espectadores.

Con el tiempo las compañías crecieron y fueron incorporando algún tipo de decorado incluso alguna maquinaria pero sin grandes alardes.

Poco a poco fueron adaptando los locales (siguiendo la primitiva disposición del corral) para mejorar las representaciones y haciéndolos más confortables.

Un voladizo protegía la escena y las gradas, dispuestas en anfiteatro; el espacio central -el patio-, donde se amontonaba la plebe, quedaba a cielo abierto.

Las ventanas enrejadas de los edificios contiguos servían de palcos para personajes ilustres o de dinero.

Si embargo, por el momento, no se abandonaron las representaciones espectaculares, en plazas públicas, de los Autos Sacramentales



Los teatros cerrados, concebidos específicamente como edificio teatral no se conocieron hasta los tiempos de Felipe IV que hizo construir teatros a la moda italiana de entonces en su palacio del Buen Retiro y en el Alcázar de Madrid.

La espectacularidad en la escenografía vino de la mano del arquitecto italiano Cosme Lotti quien diseñó, para el nuevo Palacio del Buen Retiro, el llamado Coliseo, el primer espacio teatral permanente acomodado para los grandes montajes en perspectiva del teatro de Calderón y sus discípulos, estrenado el 4 de febrero de 1640.

Importó los trucos sensacionales italianos: volcanes y temblores de tierra, tempestades y naufragios necesarios para representar las obras de carácter mitológico y fantástico ideadas por Calderón de la Barca (autos sacramentales).

Por ejemplo las apariciones de figuras sobre la escena se realizaban por medio de cables tendidos de lado a lado y poleas deslizantes, o unas elementales grúas. 


ESTAS SON MIS FUENTES:


TRATADO DE ESCENOGRAFÍA – Francisco Nieva

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